Muchos afirman que bajar de peso es sólo cuestión de comer menos y ejercitar más. ¿Cierto? Pues tal vez no del todo. Estudios recientes sugieren que el aumento de peso y la obesidad no sólo es causado por la predisposición genética, la dieta y la actividad física, sino también por diversos factores externos.
A continuación, 10 increíbles razones por las que puedes no estás perdiendo peso.
1. No estás durmiendo lo suficiente
La falta de sueño puede ser un obstáculo para lograr el peso ideal. La privación de sueño hace más lento el metabolismo y afecta hormonas del hambre como la leptina y grelina.
La Leptina es aquella que le dice al cerebro cuando parar de comer, mientras que la grelina (producida en el estómago) estimula el hambre. Nuevos estudios afirman que el sueño inadecuado se asocia con bajo niveles de leptina y altos de grelina. En otras palabras, aumento de peso.
La solución, poner fuerzas en crear una buena rutina de sueño, dormir temprano y evitar las vías artificiales como pastillas, cigarros y alcohol para “relajarnos”.
2. Consumes azúcares ocultos
Los azúcares ocultos se encuentran en todos lados. Los más culposos en barras energéticas, cereales, bebidas rehidratantes, salsas y untables (incluso algunas marcas de mantequilla de maní).
Desde luego, malo para la dieta, pero mucho peor a largo plazo, pues contribuye al decaimiento dental, diabetes, males cardiacos.
La solución, prestar mucha atención a las etiquetas y evitar los productos con alto contenido de azúcar refinada. Puede aparecer como jarabe de maíz, sacarosa, malta, glucosa, miel, fructosa, maltosa o jugo de fruta concentrado.
3. Cuentas calorías, no nutrientes
Desde luego, las porciones deben ser más chicas a la hora de perder peso. Sin embargo, existe tal obsesión con el control de calorías que muchas veces olvidamos la parte más importante de una dieta, los nutrientes.
La solución, pensar en calidad. No basarse sólo en calorías, sino también elegir alimentos nutritivos y otorguen vitaminas, minerales y antioxidantes a nuestro cuerpo.
4. Está absorbiendo estrógenos ambientales
También conocidos como xenoestrógenos, se trata de químicos sintéticos hallados en plásticos, fertilizantes, detergentes y cosméticos. Se cree que éstos pueden imitar la hormona biológica (estrógeno). El estrógeno en exceso puede resultar en aumento de peso, tanto en hombre como en mujeres.
La solución, beber de botellas y contenedores de vidrio en vez de plástico. Y en la medida de lo posible, consumir productos orgánicos.
5. Pasas mucho tiempo sentado
El trabajo sedentario y el estilo de vida actual está muy lejos de lo que nuestros antepasados vivían. Puedes creer que no hay tiempo para ejercitarse, pero la realidad, es que no hay interés por hacerlo.
Diversos estudios asegura que personas activas queman muchas más calorías por día, con actividades tan simples como cruzar y enderezar las piernas varias veces o hacer estiramientos, ponerse de pie cada intervalo de tiempo e incluso, mantener una buena postura.
La meta, poner en movimiento el cuerpo (por lo menos cada 30 minutos) para sacarlo de su modo de hibernación.
6. No te das tiempo para cocinar
La combinación de un estilo de vida agitado y la comida rápida al alcance de la mano, nos sigue alejando de la cocina. Un desayuno para llevar y cenas chatarra son el peor enemigo de nuestro peso ideal.
¿Qué tal retarnos a cocinar por lo menos una vez a la semana? Puede ser una comida sana de 20 minutos y tal vez ese día, podemos hacer un par de porciones extra y congelarlas para después.
7. Estás lidiando con una condición hormonal
Los desordenes hormonales como el hipertiroidismo, síndrome de ovario poliquístico y resistencia a la insulina pueden causar aumento de peso o hacer muy difícil perderlo.
La solución, consultar a un médico de confianza y someterse a los exámenes necesarios. Si sufres de alguna condición hormonal, puede ser tratada. Además, será necesario excluir los carbohidratos refinados y aumentar las proteínas saludables, verduras, algas y ácidos grasos esenciales.
8. No estás comiendo suficientes grasas saludables
Por décadas, los planes alimenticios se volvieron enemigos de las grasas. Y aunque no lo crean, desde la llegada de los productos “low fat” (bajos en grasa) la obesidad ha ido en aumento.
La solución, retirarle la mala fama a las grasas, sobre todo a las buenas e incluirlas en nuestro régimen diario. Principalmente los ácidos grasos esenciales en el aceite de linaza, aceite de pescado, las nueces y las semillas, que no sólo ayudan a sentirse satisfecho, sino también facilitan la descomposición de las grasas malas.
9. Crees en la publicidad de los alimentos
La publicidad en los alimentos procesados suele ser confusa. Un producto puede decirse “fuente de calcio” o “sin colorantes artificiales” y aún así, estar saturado de azúcar.
La solución, tomarse el tiempo de leer bien la etiqueta. Si el azúcar está entre los primeros tres ingredientes o entre ellos hay sustitutos químicos, no comprar ese producto.
10. Tu cuerpo ha establecido un límite
La teoría del punto límite afirma que nuestro cuerpo está programado para un peso en particular y por ende, lucha por mantenerse en él. Eso podría explicar el por qué la restricción de calorías no suele crear efectos a largo plazo.
La solución, la pérdida de peso constante a través de una dieta equilibrada y ejercicios. Nada de planes extremos. La pérdida de un kilo por semana, ayudará a que nuestro cuerpo de adapte y acepte que ese es su nuevo límite.